Cizur Menor es un pueblo diminuto que se encuentra a unos 3 kilómetros de Pamplona. Hoy, 5 de agosto de 2010, hace un año que llegué allí, en mi segunda etapa del Camino de Santiago. Recuerdo que para entrar en Cizur Menor hay que subir una cuesta que se hace infinita con el sol encima, en esos ratos en los que la mochila pesa mucho más. Recuerdo también que maldecía a la creación porque estaba estrenando la primera de mis innumerables ampollas del Camino. Recuerdo que estaban desinsectando el albergue cuando llegamos, y que me tumbé en el suelo, agotado, hasta que abrieran para poder darme una ducha. Recuerdo las bromas de un hospitalario excepcional, de nombre Flavio, italiano, muy italiano. Recuerdo que mi cama era la parte de abajo de una litera y que dormía debajo de Anna, una chica de Solsona con la que aún mantengo la amistad. Recuerdo que no quise ir a la piscina del pueblo porque esperaba que se me secaran las ampollas (iluso). Recuerdo que hicimos una cena fantástica en la iglesia que está al lado del albergue, juntamos unas mesas, compramos comida entre todos y entre todos la cocinamos. Recuerdo que cayó una tormenta salvaje, que dejó un atardecer limpio y precioso. Recuerdo que en Cizur Menor vi por primera vez dos arco iris a la vez. Recuerdo que allí conocí a Roberto, una persona extraña pero entrañable, contable, bailarín de danzas africanas y practicante de Reikki. Recuerdo que esperando para cenar cantábamos sol solet, dirigidos por un personaje con nariz de payaso que era medio argentino medio canario. Recuerdo lo perdido que me encontraba por entonces y lo bien que me hacía sentir la compañía de un montón de desconocidos. Recuerdo muy bien ese día, recuerdo casi todos los detalles. Lo recuerdo casi todo. Y sin embargo, no recuerdo que allí estaba ella. Puedo describir a cada una de las personas que encontré en aquel albergue, todo lo que se conversó, pero a mi mente no viene su imagen.
Hace un tiempito cayó en mis (sus) manos una foto del albergue de Cizur Menor del día 5 de agosto de 2009. Allí está Adolfo, allí está Paula, separados por apenas un par de metros. Y todavía no eran ni Paula ni Adolfo. Está visto que el destino no tenía previsto que apareciéramos en la función todavía.
Hace un año estaba en Cizur Menor, y estaba ella; hoy estoy en Melbourne, con Ella. Seguimos caminando juntos.
Adolfer! Mira tú que vas a resultar un filósofo doctor de verdad!! Me encantaría que alguien escribiese así mi historia!! Me encanta que seas así de feliz y que puedas transmitirlo!
ResponderEliminarDesde los madriles, la familia Ruiz te desea todo lo mejor... que no nos olvides y que Liveratore te abrace fuerte si te pusieres triste porque echares algo de menos en tu paraíso antipodano.
Besetes babosos de Olivia, abrazos calentitos de Edu y lágrimas hipotiroidistas de mamá.
Uno siempre camina mejor por estas sendas de la vida cuando está bien acompañado, sí señor. Espero que ese camino os mantenga bien avenidos por muchos, muchos años, (a ser posible más cerca de los madriles, que los abrazos a miles de kilómetros surten menos efectos, recoñes).
ResponderEliminarLo dicho: un abrazo enorme, señor doctor, y otro para esa Paula de la que tan bien hablas y a la que espero conocer pronto.
Nacho.
y sip... SOS VOS adolfito!!! te amo... q + puedo decir :D
ResponderEliminarJoer pelofino, que me he emocionaoooo, eres un poeta..., espero que nos tomemos algún dia unas birras todos juntos y conozcamos a Paula, que si aguanta tus disertaciones filosoficas del "tea time" tiene que ser una santa, jeje...
ResponderEliminarUn abrazo de toda la Baeza´s troop y suerte por la antipodas.
A.