sábado, 21 de octubre de 2017

14:38

Son las 14:38 y estoy tumbado en el sofá de mi casa. Y por esos designios inexplicables del destino, en vez de estar durmiendo la siesta estoy resucitando este blog.

Antes de comenzar esta entrada he reído y he llorado (sobre todo he llorado) leyendo todo lo que escribí hace 6 años. Y he reído y he llorado (sobre todo he llorado) recordando todo lo que no he escrito en estos 6 años. Creo que es un acto de justicia que me disculpe con todos esos temas que merecieron ser escritos y que morirán conmigo. Lo siento por ellos, lo digo de corazón. En ocasiones me senté delante de la página en blanco, pero nunca encontré la serenidad o la valentía para rellenarla. Y que conste que llegué a hacer una lista con palabras clave (recuerdos, emociones, lugares) que rondaban por mi mente sobre las que quería elaborar, al menos, un par de líneas, con su sujeto y su predicado. Y tuve muchas personas que me quieren que me animaban a hacerlo. Pero no era el momento adecuado. Simple y llanamente. Porque aunque lo intenté, no salió. A todos los que me animasteis, si seguís ahí, yo sigo aquí. Gracias por esperar.

Ahora, por lo que parece, porque las palabras van fluyendo y no me ataca la melancolía, ni la pereza, ni el vértigo, ahora parece un buen momento para escribir. 

Y sí, las 14:38 (que son ya las 14:53) son más adecuadas para dormir una siesta como Dios manda, estoy de acuerdo. Pero éste es de los pocos momentos en que en mi casa se escuchan las agujas del reloj. Además, las 14:38 da la impresión de hora solemne para volver a sentir esto que siento tecleando. 

Supongo que lo primero que debo hacer es resumir sin apabullar qué pasó en mi vida tras mi escapada transoceánica. Resumiendo del modo más simple que se puede resumir: volví al redil. Lo que supone que un día lo dejé, lo cual es discutible. En fin, rapidito: encontré un puesto de científico en Dublín, donde fui evolucionando hasta obtener una plaza como profesor de universidad. Me casé con la mujer de mi vida con la que estaba absolutamente de acuerdo en no casarnos jamás. Y en Irlanda llegó Santiago, al que decidimos ofrecerle el sol que Dublín no puede dar y las posibilidades que una isla nunca tendrá. Para ello agarramos nuestros bártulos y tres vidas resueltas y nos vinimos a Montpellier donde dirijo el departamento de investigación de una empresa farmacéutica chiquitita. Y en Montpellier se nos ha unido Almudena. Y Paula aún camina conmigo, como siempre hizo. A veces un poco detrás, a veces animándome a seguir, a veces distante, a veces callada, a veces cantando, a veces riendo (llorando) sin razón, a veces de mi mano (casi nunca). Y sigue caminando conmigo. Y yo no sé cómo agradecérselo a ella, y a la vida, por este orden.

En estos 6 años se fueron personas personas a las que quise y a las que sigo queriendo mucho. Se fueron para quedarse, como es obvio. Y su lugar lo ocuparon Adrián y Eduardo y Rocío y Alberto y Ana y Hugo. Y Vera y Elsa. En este tiempo de mucha distancia la amistad me unió a las personas que están en mi corazón. En estos 6 años se crearon, se iniciaron y se apagaron relaciones. 

En estos 6 años, viajé, disfruté, reí, vine, volví, sufrí, viajé de nuevo, tuve mucho miedo, tuve mucho valor, me fui, tuve dolor, tuve alegría, tuve mucha ilusión. En estos 6 años viví. En estos 6 años monté al menos 25 muebles de Ikea. En estos 6 años mi pelo se volvió mucho más blanco. Así que sí, creo que volví al redil. Casi nada.

En fin, que cualquiera que haya pasado un día en una casa con dos niños debe saber, ahora que he presentado oficialmente a Santiago y a Almudena, que la paz no dura mucho. Así se explica que cuando se escucha el ruido de la nevera y uno siente la ineludible necesidad de escribir, lo tiene que hacer. Y eso puede ocurrir a las 14:38, por ejemplo (que son ya las 15:17). 

Paula viene con Almudena en brazos, que le sonríe cuando al fin encuentra sus ojos, como siempre. Ella le corresponde con una sonrisa, como siempre. Santiago ronca de fondo. Esta paz idílica no durará mucho más.

Lo dicho. He vuelto. Si es para quedarme o no, lo dirá el tiempo y mi capacidad para encontrar lo que quiero contaros. Y la energía que tenga para no dormir la siesta a las 14:38.

Hasta pronto.

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